martes, 9 de febrero de 2010

"COSAS QUE LOS NIETOS DEBERIAN SABER" - Mark Oliver Everett




       Salgo del trabajo y me dirijo a un bar donde pasar unas horas antes de mi cita con el dermatólogo. Mi intención era ponerme a escribir pero el bar que elijo, pensando que será otra persona la que me atienda, resulta ser un lugar incomodo para ello. El sofá donde me siento se hunde y la mesa me queda muy arriba. Pido el té antes de darme cuenta de esta fatal circunstancia y decido ponerme a leer en lugar de construir frases para que sean leídas. Tampoco estoy muy cómodo leyendo, tengo a mi lado a unas señoritas, con pinta de funcionarias, comentando no se que del Facebook y me disperso de tal forma que necesito leer las paginas dos o tres veces para enterarme de lo que estoy leyendo. Me termino el té, pago y me voy. Paso por delante de un par de bares que sé que tienen Wifi, estoy pendiente de un mail que me hace ilusión porque significa desprenderse de ella. Desde fuera echo una ojeada a cada uno de ellos pero ninguno me llama la atención, pienso esto y me río al imaginar a una simpática camarera ucraniana salir a la puerta del bar para decir:

- ¡Señor La Atención! Su mesa cómoda y rodeada de gente en su justa medida, esta preparada.

Prosigo mi camino por las callejuelas de Malasaña y al pasar la glorieta de Bilbao olvido por completo mi intención de entrar en un bar a escribir y me dispongo a disfrutar de entrar en ese barrio que cada vez me gusta mas: Chamberi. El encanto de ciudades grandes como Madrid radica en que nunca eres habitante del todo de ellas. Los trayectos de casa al trabajo, del bar a la cama se convierten en tu porción de ciudad, pero un día, por el motivo que sea, tienes que traspasar esos limites de cotidianidad y con solo cruzar una calle te conviertes en visitante. De los muchos barrios extranjeros que tengo en Madrid me quedo con Chamberi. Es el lugar en el que todos los Madrid se juntan: el castizo, el económico, el cultural, el familiar, el señorial, el decadente... viejos, niños, madres, jóvenes, adolescentes, seres aun por llegar... cines, perfumerías, colegios, macdonal's y ultramarinos. Mi Madrid, a veces, peca de joven y libertino y es una suerte poder escapar un poco de todo eso. Llegué a la consulta del medico una hora antes de mi cita por culpa de no haber ocupado el tiempo en ningún bar y decidí pasear por callejuelas un poco mas escondidas. En esa inmersión por el corazón del barrio me encontré con el Centro Comercial de Chamberi, una de esas galerías de comercios que se han quedado en tierra de nadie, no son ni modernos ni vintage. Pegado a ese centro comercial de arquitectura racionalista maquillada por carteles ochenteros, había un edificio que hacia esquina que me gustó una barbaridad. En medio de la nada, y sin saber muy bien porqué, se erigía una finca ( como dicen los catalanes) de forma cuadrada, en el cual, las ventanas estaban adornadas con elementos mozárabes que le daban un toque majestuoso a una estructura de cemento mas bien humilde. Me quedé un rato mirando sus ventanas, su portal y me entró frío. Por alguna razón que desconozco siempre que voy solo en busca de un bar donde tomarme un simple café tardo mucho en decidir cual. Siempre busco lugares sin una personalidad definida que me permitan tomarme algo sin que parezca que haya estado alli. Los vi chic, los vi castizos y al final entré en uno en el que no había nadie a excepción de los dos camareros que se entretenían viendo el España Directo. Me leí El País y me reafirmé en que este país, y casi todos, lo que necesita es una revolución que nazca en los medios de comunicación, que nazca del poder de los periodistas como creadores de corrientes de opinión porque, de seguir así, en lugar de leer artículos podremos saber lo que dicen los periódicos con solo leer su nombre. Que pena. Me termine el café no sin antes anotar un evento cultural, del que hablaban en el citado periódico, que me pareció interesante.

Entré en la clínica donde esta la consulta del dermatólogo, dije hola a las recepcionistas pero no me contestaron. Cuando un oído se utiliza el otro se cela tanto que se niega a hacer algo diferente y me dirigí directo al baño. Después de soltar lastre me reí al comprobar que si algún día tengo necesidad de visitar un baño estando por esta zona no hará falta que pague un refresco en un bar, entró aquí, orino, me voy y seguro que nadie se da cuenta. La sala de espera estaba abarrotada y mientras sacaba "el libro" de mi mochila, escuche que las citas iban con mucho retraso. Fui amable alguna que otra vez que me miraron en busca de que dijera a que hora la tenia pero no entré en ninguna conversación. Casi sin querer, deje a mi cuerpo solo, en la sala de espera. El resto andaba buceando entre líneas y frases. Paré un momento al comprobar que, de seguir al ritmo al que iba leyendo, iba a acabar el libro antes de que me tocara entrar en la consulta, volví al libro y empecé a desear que faltara mucho para eso, quería seguir leyendo. Fue tal mi abstracción que no mire ni una vez a la gente que estaba sentaba a mi lado, y eso en mi, no es normal. Deslizado por un final en forma de resumen llegue al final de "El Libro",  lo cerré y lo devolví al bolso con cariño y con una sonrisa que abarcaba todo mi ser, me recosté, mire a los lados y me sentí fuera de aquel lugar. Las personas que alli estaban esperando tenían cara de cansadas y sus rostros mostraban cierto cabreo por la demora que estábamos sufriendo y yo me vi tan feliz que me empecé a sentir tonto por estar alli, esperando a que una dermatóloga me dijera porqué, últimamente, mi cuero cabelludo suelta algo de caspa. Dos señoras se pusieron a hablar de su quiste, comencé a pensar en la verdadera importancia de mi "problema" y decidí que no la tenia. Me puse a pensar en el perjuicio que supondría para esas personas que yo estuviera delante en la lista, cogi mi bolso con aire de "voy a fumarme un piti que esto tarda mucho" y me fui. Al final solo entre para ir a mear. Al volver a pasar por delante de las recepcionistas puse un gesto de preocupación, crei que era el mas adecuado para salir de una consulta médica y al encontrarme de nuevo en la calle toda la energia que me había trasmitido la lectura de "El Libro" se mostró en mi de forma amable y serena con un corporal: "Que bien, que ganas". Caminé hacia el metro queriendo a todo, a las personas, los coches y las señales, al color y a la temperatura. Entré tan ensimismado en el metro, y pensando ya en escribir esto, que me confundí de andén. Justo cuando me di cuenta de mi error una chica se acercó a mi. Como aun estaba pensando si iba en buena dirección, me paré y le deje hablar.

- ¿Tu lees?
Solté una sonrisa y respondí
- Bueno, sí, a veces...
Y luego conversamos sobre la idoneidad de que alguien como yo se haga socio del Circulo de Lectores.
- De verdad, seguro que vendes muy bien, y el circulo esta muy bien, pero de verdad no me vas a convencer. No quiero que pierdas el tiempo conmigo- le dije

La chica sonrió, pocas veces he dicho algo con tanta firmeza y amabilidad a partes iguales.
Recuperé la senda correcta, metido en el vagón me entro una tos nerviosa y al llegar a mi casa descubrí que tengo la suerte, como Mark Everett, de vivir una vida en la que me pasan muchas cosas, buenas y malas y que cada cachito de vida que pueda compartir será bienvenido.






Si en lugar de hablar de mi, os contara algo de lo que me ha provocado este libro, con el cual no solo me siento identificado con cierto fondo sino también con la forma, solo pondría este fragmento que podéis encontrar en la primera parte del libro:

"La vida esta llena de hermosuras impredecibles y sorpresas extrañas. A veces, la belleza me supera y no se como afrontarla. ¿Conoces la sensación? ¿Cuando algo es demasiado hermoso? ¿Cuando alguien dice algo o escribe algo o toca algo que te conmueve hasta las lagrimas, o que llega incluso a cambiarte?"
                                               "Cosas que los nietos deberían saber" - Mark Oliver Everett



Por si alguno no lo sabe Mark Oliver Everett es el nombre del hombre que esta detrás del grupo unipersonal de nombre Eels. Como bien dice Rodrigo Fresán en el prologo del libro, este, tiene una conexión maravillosa con uno de los discos de Eels "Blinking Lights and Other Revelations". Con este disco de fondo he escrito esto, pero como final prefiero poner otra canción de Eels:


"Fresh feeling"  - EELS






Enorme!!!! como las cosas pequeñas.



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2 comentarios:

  1. No sé quién eres (he llegado aquí buscando información sobre el libro de Mark O. Everett), pero tu historia me ha parecido maravillosa. Acabas de alegrarme el día, y ahora sí que ya me muero de ganas de leerlo! Gracias por este ratito de gloria que me has regalado.

    Un beso

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  2. Al igual que Bronte, no he podido pasar por aquí y no leerte.
    Soy una extraña en Madrid, pero cada día me engancha más y más...

    Espero que la caspa no volviese a aparecer!
    Suerte,
    Men.

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