viernes, 25 de diciembre de 2009

CUENTO NAVIDAD

BARCELONA, Diciembre del 2004.


(...) "Suena el despertador, me cuesta levantarme pero despues de los tipicos cinco minutos de paralisis visual mirando al techo, me levanto. En mi casa del Raval hace frio por las mañanas pero por suerte la ducha tiene la presión suficiente como para espabilarme. Observo a una cucaracha moribunda caminando por los azulejos rojos del baño y dejo que siga su camino. Bajo las escaleras, la tienda aun no esta abierta asi que puedo pasar a la cocina sin problema, me hago un cafe y me lo tomo sentado en la silla de colores mientras observo el pasar de pies por la ventana de mi cocina. Vivo en un bajo, vivo en un bajo que es tienda de ropa de segunda mano y a la vez sala de conciertos convertida en salon con habitaciones en lugar de camerinos. Cojo el disc-man, pongo un disco de Miss Kittin y salgo a la calle. Es temprano, cruzo Riera Alta y llego a Sant Antoni, cruzo esta calle y tiro Villaroel arriba... y cruzar mas calles... La gente camino de su trabajo se cruza conmigo, se cruza con un tipo feliz, un tipo que hace frente al frio con una chaqueta de entretiempo y una dosis de electronica que le marca el paso mientras la escucha con sus flamantes cascos comprados en el Cash Converters. Llego a la plaza de Frances Maciá y entro en El Corte Ingles.

-Hola buenas -le digo al vigilante de chaqueta roja- mira... es que soy el Papa Noel, ¿Adonde tengo que ir?
- Buf, espera.. -piensa un poco- vete a la planta quinta, a la izquierda esta la sala de personal.

Subo las escaleras mecanicas y al llegar al quinto piso empiezo a dar vueltas buscando la dichosa sala, un hombre me para y me pregunta si necesito algo:

- ¿La sala de personal?
- ¡Ah coño! Tu eres de los nuevos, para la campaña de navidad. Ya verás, aqui vender es muy facil.

Me dirijo adonde me indica y no le presto mucha atencion cuando me desea suerte. En la sala me encuentro con una señora.
-Hola, mira... (me cuesta decirlo, me da vergüenza y a la vez me hace gracia) que soy el Papa Noel, no se... ¿Que tengo que hacer?
-Baja al aparcamiento y pregunta por la sala de visuals, ellos te daran el traje. - me respondio la muy seca ¿secretaria?

Otra vez me cruzo El Corte ingles entero, llego al garaje y les pregunto a unos señores que descargan un camion donde estan los "visuals".

- Es esa sala de ahi... tu no seras el nuevo papa noel no?
-Pues sí fillo, sí. Aqui donde me ves... y nos reimos.
Su comentario pudo resultarme ofensivo pero lo dijo con el cariño del que sabe que muchas veces, para sacarse una perras, es necesario hacer cosas absurdas..."




(...)


(...) "Muchos niños venian todos los dias, no se muy bien si porque ellos se lo decian a sus padres o viceversa. A una pareja de hermanos le tenia especial cariño. Cada vez que los veia venir a lo lejos, dejaba mi posicion de trabajo al lado de la puerta, me ponia en medio de la calle de cuclillas, con los brazos abiertos, y ellos, al verme, corrian euforicos a encontrarse conmigo, no sin antes echar una vista de reojo a sus padres, buscando la aprobacion de estos para lanzarse hacia mi a la carrera. Me tenian una admiracion y cariño tremendo y no era facil diferenciar el hecho de que ellos querian a Papa Noel y no a mi, a pesar de que mi forma de ejercer de Santa Claus tuviera mucha culpa de su cariño. Yo no decia "jo,jo,jo", yo les trataba como colegas y les decia que me chocaran la mano sin perder el cierto grado de solemnidad que requeria el puesto. Creo que nunca me tome tan en serio un trabajo. (...) Pero sin duda, si hubo un niño que recordare toda la vida ese es Pol. Pol venia todas las tardes acompañado de su madre, la cual, a saber porque estraña razon, tenia que hacer compras a diario en El Corte Ingles. Su madre siempre llegaba a la puerta donde yo me encontraba nerviosa, estresada. Pol, un torbellino de niño, no le ayudaba demasiado: se paraba con cualquiera, iba de un lado a otro y casi siempre se resistia a entrar dentro del centro comercial. La pobre madre me utilizaba para que el niño se tranquilizara:

-¡Pol!! Si no vienes con Mama, Papa Noel no va a traerte nada.

En ese intante yo debia esforzarme para que mi mirada fuera comprensiva con la madre y no demasiado estricta con el niño. El pobre siempre acababa entrando de forma poco ortodoxa consiguiendo que toda la planta primera de El Corte Ingles de Francés Maciá girara la vista hacia la puerta. Durante dias fui testigo de la hiperactividad de Pol y de la poca fortuna que tenia la madre en su objetivo de enderezar a su cachorro. Uno de esos dias la escena se repitió:

-¡Pol!!! Si no vienes con Mama, Papa Noel no va a traerte nada.

Cuando su madre me miró buscando mi complicidad, la vi tan agotada, tan fuera de su condicion de madre, y al niño, tan convencido de que esta vez su madre no podria con el, que me acerque al oido de aquella señora (no seria muy mayor pero el tiempo habia pasado pisando fuerte por su cuerpo) y le dije:

- Mire... Si quiere, dejelo aqui conmigo mientras usted hace sus compras... Y asi descansa un poco.
Me miro como se mira a alguien que te ofrece participar en el robo de un banco
- No se preocupe, entre el vigilante y yo lo cuidamos... a mi me tiene respeto.

Entonces la madre se agacho para hablar con Pol:

- Pol. ¿Quieres quedarte con Papa Noel mientras yo voy a comprar?
El niño se quedo mirandome absorto, no se lo podia creer.
- ¿Vas a portarte bien y hacer todo lo que te diga?...

El niño no necesito hablar, su gesto serio, su repentina calma y rigidez, y una ligera pero convincente afirmacion con la cabeza bastaron para que su madre me lo dejara. Con el objetivo cumplido, la madre y yo nos echamos una mirada mientras ella se adentraba en la boca del consumismo, que denoto cierta duda en los dos responsables de aquella decision, una de esas que no son importantes pero pueden llegar a serlo.

- Mira Pol... Vamos a hacer una cosa (por favor, al leer esto no piensen en mi, piensen en Papa Noel) te vas a quedar conmigo y me vas a ayudar a repartir los caramelo. ¿Te parece?

Solto una sonrisa, volvio a decir que si con la cabeza y se puso a mi lado. Durante unos instantes me entro acojone: ¿Y si le pasaba algo al niño?. Me acerqué a unos niños para repartirles unos caramelos y de reojo observe como Pol se mantenia inmovil donde yo le habia dicho que se quedara, con ese gesto de responsabilidad que, paradojicamente, solo tiene los niños. Mi intencion habia sido buena, que estuviera trabajando de Papa Noel sin desentonar, acreditaba mi buena mano con los chavales pero no era un cuidador con las herramientas suficientes como para ser capaz de mantener una conversacion o una minima relacion con un niño. ¿Que iba a estar dandole caramelos cada cinco minutos? Se dar pero no se motivar. Mi incapacidad me estaba poniendo nervioso y empece a soltarle preguntas de familiar coñazo: ¿Que tal en el cole?, ¿Te has portado bien? Pol que se habia relajado un poco, sin perderme nunca el respecto ni dudar de mi autoridad sobre él, me contesto con cierto aire despreocupado como si estuviera pesando "Tu tambien, Papa Noel, tu tambien..." En todo caso aquellas preguntas tontas consiguieron que se soltara. Curiosamente, ver al niño mas cercano a su estado normal de hiperactividad me produjo cierta tranquilidad y ahí, empezamos a divertirnos. Echamos un pulso, bailamos, saltamos... y de vez en cuando se me acercaba, tocaba mi ropa y me decia que estaba suave, pero sobre todo, me mandaba sonrisas que no eran las de un niño de 6 años, como si quisiera decirme que por fin podia compartir con alguien de su mundo. O eso me pareció a mi (tengan en cuenta que tiendo a la novela... para blanquearla). Los padres que veian a Pol a mi lado lo felicitaban por la suerte que tenia y él cruzo alguna que otra mirada de malicioso orgullo con algun niño que iba cogido de la mano de sus padres. A veces la concentracion de niños en la puerta con sus consiguientes caravanas de sillas, madres, abuelas y bolsas resultaba un poco agobiante porque no me gustaba que ningun niño cogiera los caramelos sin mas. Me gustaba mirarlos al darselos, compartir con ellos la magia que mi disfraz conllevaba, proyectada desde mi mismo. En mi intento obsesivo por atender a todos los niños, aparté la mano de un casi adolescente aprovechado y me acerque a una sillita de bebe, con tan mala suerte, que al llegar al campo visual del niño este despertó y se llevó el primer gran susto de su vida (espero que, por lo menos, le sirva para aprender). Fue un momento incomodo en el que me senti imbecil pidiendole perdon a los padres mientras el niño no daba mas gritos porque no podia. No sabia por donde salir. Los padres me decian que era muy pequeño para comer caramelos y yo al darme cuenta de mi error y ante mi posicion de ser poderoso que nunca deberia de equivocarse, quise arreglarlo intentanto darle los caramelos al pequeño diciendo que eran para su mama. Pero no habia manera. Una mano pequeñita se acerco a la mia y llamo mi atencion con una ligera caricia. Era Pol, me miro y me dijo que le siguiera, me alejo un poco del lugar del crimen y me recriminó con exquisito tacto:
-¡Papa noel!.. Es que es muy pequeño y aun no te conoce. ¿Se los doy yo?
- Venga, y dile que me perdone. (y a los padres tan "majos" tambien-pensé)

Los padres de la victima seguian toda esta escena alucinados y ya con una sonrisa en la boca. Pol me pidio que le diera unos caramelos y se acerco sigilosamente al niño. Quede tan absorto mirando su accion que no recuerdo que paso exactamente. Solo recuerdo ver a un niño de 6 años acercandose a otro mas pequeño con un cariño y madurez sorprendente, recuerdo que le cogio la mano al pequeño, que algo les dijo a los padres del mismo que provoco que estos echaran una caracajada y que, al rato, ya con el pequeño tranquilo, me hizo un gesto que me quedara grabado de por vida, un gesto por el cual no me importaria convertir estas palabras en pintura: Giró un poco la cabeza sin perder de vista al carrito y me hizo un gesto para que me acercara de forma pausada hacia donde estaban ellos.

-Marquitos... (se que dijo el nombre del niño aunque ahora me lo invente) Mira, este es Papa Noel y es bueno - me abraza - ves, es bueno y hoy te va a traer regalos -

Pol se quedo un momento parado como si no supiera muy bien si Papa Noel le lleva regalos a niños tan pequeños, se quedo parado dejandome paso para que yo le pusiera dos caramelos en la mano a un pequeño que no creo que vuelva a poner en su vida una cara de flipado mayor que la de aquel momento.

La madre volvió y Pol se fue con su madre saludandome cada dos pasos hasta que la vista le dio capacidad para distinguirme. Yo me quede alli, repartiendo caramelos, Lorena seguia sin hacer acto de presencia"



(...)




Mis ultimas horas de trabajo del 24 de diciembre no las recuerdo como la ultimas de un trabajo que tuve, las recuerdo como el agonizante y premeditado asesinato del YO Papa Noel. Los niños venian euforicos, me decian que me dejarian comida y que se dormirian pronto y yo tenia que seguir con el cuento a pesar de tener ya muy presente que esa noche, en lugar de asaltar chimeneas, me esconderia en un bajo frio y con poca luz del carrer de Princep de Viana, yo solo, con mi licor cafe y mi gula ( nunca mejor dicho). Hubo dos momentos en los que olvide mi "despues" y solo senti melancolia de lo que acababa. El primero fue al despedirme de los dos hermanos. El niño, mas pequeño y timido, empezo a chocarme las cinco continuamente mientras sus padres les decian que se despidieran de mi, tenian que irse. A la niña la tenia adherida a mi pierna. Cuando el niño se fue con sus padres, la niña me apretó mas, me agaché, la abracé por los ombros y le dije:

- Tienes que irte con Papa y Mama. Ya sabes... Hoy hay que cenar pronto para que no te coja despierta cuando vaya a tu casa.
- Te quiero mucho, - y se empotro, literamente, contra mi pecho-barriga acolchada.

Miré a los padres con expresion derrotada, pidiendoles por favor que le dijeran algo a la niña. Mis suplicas en forma de ojos caidos no debieron de llegar a los padres porque, estos, siguieron con su robotico:

-Vamos, Clara, deja a papa noel... - mientras discutian algo sobre la compra.

Entonces, me acerque a la oreja de la niña, como algun dia haré cuando el Noel sobre, y le susurré:

- No llores Clara... El proximo año estare aqui, te lo prometo. Y nos damos mas abrazos, ¿Vale?

Levanto la cara, se secó las lagrimillas de cocodrilo con todo el brazo y sonrió levemente. Se aparto de mi y, con una sonrisa enorme magnificada por sus ojos llorosos, me dijo:

-Hasta el proximo año Papa Noel - y corrió a refugiarse al rebufo de su madre. Ella y su hermano se fueron mezclando entre la gente mientras me mandaban besos. Deje de mirar a otros niños y me puse en medio de la acera para poder despedirme de ellos un poquito mas.

El segundo momento en el que el triste no fui yo, sino el Papa Noel que habitaba en mi, fue despues terminar mi ultima jornada como repartidor de ilusiones, ya cambiado, y despues de haber bajado al super a comprar vino y olvidarme de despedirme (o presentarme como Valentin) de la paje con la que habia ligado, bueno, yo no, Papa Noel. Esperando para cruzar la primera calle de las 14 que tenia que cruzar hasta llegar a mi casa, vi a Pol al otro lado del paso de cebra, saltando y volviendo loca a su madre como siempre. De forma instintiva, mi cabeza me ordeno que saludara y pusiera cara de viejo pero mi cuerpo no le hizo caso. Me hice gracia al sentir tal desajuste y al ponerse el semaforo en verde hice lo posible para pasar cerca de ellos y mirar a Pol buscando... Que se yo... Este nisiquiera se percató de que alguien casi le roza y mientras mi mente volaba entre nubes de melancolia le escuche decir a la madre:

- A ver Pol, apura. Vamos a despedirnos de Papa Noel.

(...)




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