(...) Muchas noches, de pequeño, me metia en cama y dejaba la puerta de mi habitacion abierta y la luz del pasillo encendida y esperaba. Esperaba a que pasara mi madre y desde la cama le decia:
- ¿ Me apuluchas*? -
Entonces mi madre y yo compartiamos una sonrisa picara, ella se sentaba en mi cama y me apuluchaba. De esta forma yo quedaba tranquilo y preparado para dormir.
Muchas mañanas me despertaba en medio de un mar que yo me inventaba mientras dormia. Ese mar me acompaño durante muchos años, tantos, que segui siendo marinero a una edad en la que si lo supieran mis amigos se reirian de mi. A la unica que le podia contar mis inmersiones en el oceano onirico era a mi madre. Recuerdo que muchas mañanas, al irme al colegio y mirar desde la calle la ventana de mi habitacion, esta, me sacaba la lengua en forma de colchon inundando por un lago. Muchas veces reprendia a mi madre por airear a la vista de todos los vecinos nuestro secreto mejor guardado. Otras mañanas, en la que mis sueños no salian mas alla del embarcadero, en la ventana de mi habitacion en lugar de lenguas burlonas me encontraba el busto de mi madre. Durante un tiempo, cada mañana, mi madre y yo quedabamos en saludarnos por la ventana, como forma de despedirnos hasta la hora de la comida. Ella me decia adios y yo le respondia, a no ser que alguien del colegio anduviera cerca y entonces simplemente miraba y hacia algun gesto que solo pudiera percibir ella. La mayoria de las veces aquella despedida en la distancia me reconfortaba y me servia para afrontar el duro dia de colegio con mas alegria.
Una Mañana, supongo que de invierno o por lo menos asi la recuerdo, me levante como cada mañana justo en el momento en el que mi padre se tomaba su cola cao de antes de irse al trabajo. Sin sentarse, con una mano agarrando la taza y la otra sujetando contra su pecho la corbata que mi madre le habia dicho que se pusiera. Aquella mañana al despertarme comprobe que la noche anterior habia cerrado la puerta de mi habitacion. Me duche y, como casi siempre, puse el tapon de la bañera para no dejar escapar el agua de la ducha, para convertir la ducha en baño. Muchas veces, el baño resultante quedaba con una temperatura demasiado fria para mi gusto, entonces, sumergia el mango de la ducha en el agua para que nadie escuchara mi derroche, cerraba el grifo de agua fria y el calor se hacia dueño de la bañera. Aquellos eran momentos de placer inconfesable, alli metido me convertia en un ser mas mayor de lo que era y recordaba con nostalgia mis baños con mi padre, aquellos en los que él terminaba su ducha con agua fria y yo me agazapaba en una esquina de la bañera, de aquella inmensa. Alli metido empece a soñar de verdad, a darme cuenta de la realidad. Sali de la ducha y mi madre me riño.
- Llevas metido media hora en el baño, vas a llegar tarde...
- Voy bien mama, voy bien.
Cerre la puerta de mi habitacion, me vesti, y en lugar de ponerme el jersey que me habia colocado mi madre encima de la cama, volvi a ponerme el mismo que el dia anterior, me gustaba mucho.
- Nené, te puse un jersey limpio en la cama...
- Este aun no esta sucio, mama.
Me tome el desayuno que me habia preparado mi madre acompañado por la voz de Luis de Olmo dando nuevos datos sobre el caso Filesa y con mi madre escuchando atenta mientras limpiaba una merluza. Al irme no deje que ella me abrochara el plumifero blanco y violeta que empezaba a no gustarme y me fui para el colegio no sin antes coger los donuts que me dio para comer en el recreo. Al salir por el portal saludé a un vecino, camine por el patio de mi edificio y salté el portalito que separaba el jardin de nuestro edificio con la calle, tres pasos despues gire mi vista hacia mi ventana y alli estaba ella, con su sonrisa eterna, moviendo el brazo para decirme adios. Aquella mañana aquella sonrisa no la percibi igual que otras veces, aquella mañana no solo vi a una madre que despide a su hijo con una sonrisa de proteccion, aquella mañana tambien vi la silueta de una mujer que se levantaba cada mañana para intentar darnos lo mejor, vi una sonrisa llena de melancolia y desinteresado amor. Aquella mañana al despedirme de ella no pensé en que queria quedarme con ella y no ir al colegio, pensé en que ella se quedaria sola toda la mañana con la simple compañia de la radio, pensé por primera vez en mi vida en alguien mas que en mi. Y me dio pena, senti lastima y supe que, nunca en la vida, podre devolverle todo lo que me ha dado. Aquel dia mi saludo fue emocionado pero breve y enseguida volvi a girar la cara y me dirigi hacia el colegio con la cabeza gacha porque no queria que nadie me viera llorar. Aquella mañana me di cuenta de cuanto le debo.
Al mediodia volvi a casa y nada mas entrar hice la pregunta mas repetida de la historia de la humanidad:
- ¿Que hay de comer?
Durante la comida no le dije nada de lo que me habia pasado. Durante la pre-adolescencia, en ese momento en el que empieza de forma poco evidente el natural proceso de emancipacion uno reacciona a lo que descubre con un egoismo y una intrasigencia feroz. Seguramente aquel dia, el primero en que llore por alguien que no era yo, solo supe dar malas contestaciones a la persona que me habia permitido tal avance, y tantos otros... tantos otros. No me atrevi a decirle que no queria mas apuluchos, no me atrevi a decirle que llevaba meses sin mojar la cama. Mientras comia mi madre me miro durante un rato, hice como si no me diera cuenta y me solto:
-Fonsiño, tu no lo pases mal por ser sensible...
Y la miré como si no entendiera lo que me decia... (...)
*(Apuluchar es una cosa que no existe en el diccionario de la real academia. Si a alguien se le ocurre ponerlo en google solo recibira del buscador mundial dos entradas como respuesta. Las dos me pertenecen, nos pertenencen a mi madre y a mi. Apuluchar viene siendo arrropar de forma vehemente provocando movimiento en los muelles de la cama)
Los hijos crecen siendo cabrones y cuando se hacen mayores comprenden que no existe vuelo que no de miedo, ni salto que no requiera esfuerzo. Mi vuelo y mi salto no seria posible sin ella. No seria posible si en mi madurez siguiera viendo a esa berdiana de raiz arousana como una simple madre que me dio la vida y de la que tengo que distanciarme para poder crecer. Mi madre es mucho mas y ante todo es MariCarmiña, una persona a veces encantadora y a veces insoportable, una persona de humor cotidiano y dias nublados. Una mujer que escribe con letra inclinada y se pasa gran parte de su vida mirando por nosotros, su familia. Quiero que esto sea para ella, no queria regalarle un relato amable de sobremesa, no queria decirle solo que la quiero, he preferido mostrarle una parte de algo que estoy escribiendo en la que sale ella, para mostrarle una parte de mi que sin ella no existiria. Y hoy 21 de diciembre de 2009 quiero convertir la necesaria distancia en 60 apuluchos que mando de la forma que mejor se hacerlo, escribiendo.
y una cancion:
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:)...precioso...
ResponderEliminarSi me prestas la palabra, que me encanta, yo apuluché a mi mamá cuando me tocó el turno a mí...es bonito poder y ser capaz de hacerlo...y siempre lo recuerdo como un gesto muy importante en mi vida.
Apuluchar dice y da mucho, encuentro, recogimiento y gratitud.
Chapeau...
ResponderEliminarPrecioso relato
ResponderEliminarDesconozco el termino Apuluchar, pero en realidad describe claramente aquella sensación por la que todos pasamos en algún momento de nuestras vidas, suena bonito, así que por ahí voy a usufructuar el termino.
ResponderEliminarPreciosa melancolía
ResponderEliminarhttp://www.youtube.com/watch?v=WvvQQHnpRfA&feature=related
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